Durante un tiempo, antes de la crisis, las entidades bancarias se dedicaron a lanzar al mercado productos muy atractivos. Aunque en apariencia estos productos parecían beneficiosos para los clientes, tenían una cara oculta. Entre todos esos productos que ponían a la venta incluyeron las cláusulas suelo, los swap, la deuda preferente y la hipoteca multidivisa.
Aunque se comercializaron como productos atractivos para los clientes, al estallar la crisis, llegaron los problemas. Mes a mes, los clientes pagaban de más y perdían dinero. Por suerte, la justicia comenzó a dar la razón a los clientes y los bufetes de abogados comenzaron una cruzada contra este tipo de prácticas abusivas.
La hipoteca multidivisa
Las hipoteca multidivisa es un producto de alto riesgo. Son productos mixtos y complejos, muy difícil de entender para el usuarios medio. Además, están expuestas a cambios continuos en cuanto a tipos de interés lo que nos obliga a estar permanentemente pendientes de ellas.
Las hipotecas multidivisa se vendieron como un producto de alta rentabilidad, que ofrecía un crédito hipotecario a unos precios muy competitivos. Además, establecía unas condiciones, a priori, bastante ventajosas. Este fue el motivo por el que muchos usuarios se decidieron por firmar.
Normalmente las familias referenciaban sus hipotecas al Libor, un tipo de interés que en aquel momento era más bajo que el Euribor. Si una familia cobraba sus sueldos en Euros, la hipoteca se contrataba en yenes o en francos suizos.
Los riesgos de la hipoteca multidivisa
Lo que el cliente no tuvo en cuenta es que el dinero fluctúa a diario. Se tenía que estar pendiente a diario de los cambios en las bolsas para saber cuánto estábamos pagando en cada momento a nuestro banco.
Esto hacía que las mensualidades nunca fuesen las mismas, unos meses se pagaba más y otros menos. Aunque lo más importante no es eso; lo importante es que si cambia la cotización cambiará el total que pagamos al banco por nuestra hipoteca. Si las cotizaciones fluctúan demasiado acabaremos pagando mucho más de lo que debemos por nuestra hipoteca.
Por si esto fuera poco, este tipo de hipotecas no tienen opción de subrogación. En cualquier caso, si debido a su alto coste no podemos hacer frente al pago de la mensualidad, tendremos que hacer una nueva escritura de hipoteca.
Extrañas comisiones
Otro de los puntos oscuros de estas hipotecas es el cambio de moneda. Los bancos señalan que el cambio puede hacerse en cualquier momento, sin embargo, nos encontramos con que esos cambios solo se pueden realizar una vez al mes y previo pago de una comisión que suele rondar el 0,25%.
Además, están repletas de extrañas comisiones. En algunos casos cada vez que se pague la cuota mensual deberá abonar un 0,2% de la cuota.
El banco aplica una comisión de apertura, según el tipo de cambio con el que trabaje tu banco. En algunos casos, si con las fluctuaciones de las monedas la deuda aumenta entre 10% o 20%, el banco puede exigir una garantía sobre esa deuda o un cambio de moneda.
Ejemplo de una hipoteca multidivisa
Imagina que vas a comprar una vivienda y adquieres una hipoteca de 200.000 euros a 25 años. El banco fija la moneda en Francos Suizos, con Libor +0,5. La cuota mensual sería de 711€ al mes, aplicando un tipo de cambio del 1,2, lo que serían 853 francos.
Pero claro, el tipo cambia y también nuestra hipoteca:
- Si el tipo de cambio fluctúa hasta un 1,68 (algo que sucedió en 2007), para pagar esos 853 francos, solo necesitamos 507€.
- Pero, si el cambio baja a los 0,66 (como en 2015), nuestra cuota será de 1292€.
Como puedes ver en este ejemplo, la diferencia de cambio es más que importante. En este ejemplo, además, hemos mantenido el Libor fijo.
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